"Alberto, el encargado de mi edificio, dice que en el 89, cuando lo echaron del ministerio, le agarró tanta bronca contra el gobierno que decidió entrar a robar al museo. Me lo dice en la terraza, mientras cuelgo la ropa, un domingo de mucho calor. Vení, dice y me hace señas con la mano para que lo siga. ¿Ves?, dice, subimos por ahí atrás, por el patio de la escuela. Nos trepamos al muro ése, pasamos del otro lado, y caímos justo en el primer piso del museo. De acá no se ve, dice. Fue con el ex cuñado, que es un degenerado. ¿Y qué se llevaron? Dos cuadros, uno para cada uno".
"Alberto, el encargado de mi edificio, dice que en el 89, cuando lo echaron del ministerio, le agarró tanta bronca contra el gobierno que decidió entrar a robar al museo. Me lo dice en la terraza, mientras cuelgo la ropa, un domingo de mucho calor. Vení, dice y me hace señas con la mano para que lo siga. ¿Ves?, dice, subimos por ahí atrás, por el patio de la escuela. Nos trepamos al muro ése, pasamos del otro lado, y caímos justo en el primer piso del museo. De acá no se ve, dice. Fue con el ex cuñado, que es un degenerado. ¿Y qué se llevaron? Dos cuadros, uno para cada uno".