El paisaje del Pirineo aparece hoy plagado de restos románicos, testimonios que retrotraen a la pujanza y el deseo de renovación que ostentaban hace un milenio los condados e incipientes reinos cristianos del norte peninsular. En este número de Arqueología e Historia trataremos en particular sobre las primeras manifestaciones del románico en el Pirineo , aunque no solo como fenómeno artístico. Contemplaremos por supuesto su arquitectura, influencias, sus singulares manifestaciones pictóricas y artesanas y hasta las técnicas necesarias para construir una iglesia, pero también incidiremos en el románico como fenómeno social y cultural asociado al feudalismo cristiano, e incluso en el sesgo que la historiografía tradicional ha tenido en nuestra percepción sobre el supuesto carácter sobrio y apagado de sus edificios. En efecto, el cristianismo fue el eje vertebrador de la sociedad de la Europa occidental desde el Bajo Imperio romano, pero nunca antes del fin del primer milenio gozó de un despliegue tan notable. Con el románico, la casa de Dios se abría al mundo, y la fe penetraba hasta el rincón más recóndito de la montaña.
Language
Spanish; Castilian
Pages
66
Format
Paperback
Release
August 01, 2019
El románico en el Pirineo (Desperta Ferro: Arqueología & Historia, #26)
El paisaje del Pirineo aparece hoy plagado de restos románicos, testimonios que retrotraen a la pujanza y el deseo de renovación que ostentaban hace un milenio los condados e incipientes reinos cristianos del norte peninsular. En este número de Arqueología e Historia trataremos en particular sobre las primeras manifestaciones del románico en el Pirineo , aunque no solo como fenómeno artístico. Contemplaremos por supuesto su arquitectura, influencias, sus singulares manifestaciones pictóricas y artesanas y hasta las técnicas necesarias para construir una iglesia, pero también incidiremos en el románico como fenómeno social y cultural asociado al feudalismo cristiano, e incluso en el sesgo que la historiografía tradicional ha tenido en nuestra percepción sobre el supuesto carácter sobrio y apagado de sus edificios. En efecto, el cristianismo fue el eje vertebrador de la sociedad de la Europa occidental desde el Bajo Imperio romano, pero nunca antes del fin del primer milenio gozó de un despliegue tan notable. Con el románico, la casa de Dios se abría al mundo, y la fe penetraba hasta el rincón más recóndito de la montaña.