"Milo O’Shea, un hombre gordo con cara de sapo, sueña en una cama de hotel que tiene doce años y juega con un grupo de niños de su edad a torear tiburones. Nadan en una playa de aguas no demasiado profundas. Se desafían unos a otros a azuzarlos y luego esquivar la arremetida de los escualos. Boyan delante de sus hocicos pataleando frenéticamente para excitarlos. La mayoría de los tiburones se deslizan cerca del fondo; se los distingue sin dificultad, grises y flexibles entre las aguas verdosas. Son “Tigres”, los hay de dos y tres metros de largo. Los jugadores saben que deben evitar el roce con sus pieles, ásperas como piedra de esmeril, capaces de despellejarlos en tiras".
"Milo O’Shea, un hombre gordo con cara de sapo, sueña en una cama de hotel que tiene doce años y juega con un grupo de niños de su edad a torear tiburones. Nadan en una playa de aguas no demasiado profundas. Se desafían unos a otros a azuzarlos y luego esquivar la arremetida de los escualos. Boyan delante de sus hocicos pataleando frenéticamente para excitarlos. La mayoría de los tiburones se deslizan cerca del fondo; se los distingue sin dificultad, grises y flexibles entre las aguas verdosas. Son “Tigres”, los hay de dos y tres metros de largo. Los jugadores saben que deben evitar el roce con sus pieles, ásperas como piedra de esmeril, capaces de despellejarlos en tiras".