René Char es considerado uno de los más altos poetas de este tiempo. Nació en I'sle-sur-la-Sorgue, la pequeña Venecia de los Bajos Alpes franceses, en donde mantiene una estrecha alianza con ese paisaje de aguas blancas, colinas de lavanda y oscuros árboles de "platanes". Estuvo vinculado al surrealismo, de cuya experiencia se alejó bien pronto pero guardó su vasta imaginería y el libre juego con la frase y los objetos del sueño. Más de veinte libros integran su obra, entre los cuales cabe destacar El martillo sin maestro, Hojas de Hypnos, Los matinales, El desnudo perdido, Furor y misterio. Su poesía, ha dicho Goerge Mounin, uno de sus más calificados estudiosos, existe menos para ser leída que para ser practicada. La belleza de su idioma cubre, en lugar de revelar, el misterio de la vida y deja, como un amanecer detenido para siempre, la imagen del hombre y su esperanza. De allí que la lectura de su poética constituya una constante búsqueda de los secretos que oculta, los enigmas que la oscurecen: al final, la luz se mostrará en nuestra conciencia y viviremos exaltándola. La afirmación de la existencia frente al horror domina esta poesía cuya idea fija es la plenitud, la celebración de la tierra y el infinito.
Uno de sus últimos libros es Aromas cazadores, desconocido ―como la mayor parte de su obra― por los lectores de habla española. La aventura de Orión a la caza de las Pléyades es el tema central; pero, en realidad, la esencia de este libro deslumbrante es la belleza, es decir, la vida como hecho poético, o esa inteligencia con el ángel la principal obsesión de Char.
René Char es considerado uno de los más altos poetas de este tiempo. Nació en I'sle-sur-la-Sorgue, la pequeña Venecia de los Bajos Alpes franceses, en donde mantiene una estrecha alianza con ese paisaje de aguas blancas, colinas de lavanda y oscuros árboles de "platanes". Estuvo vinculado al surrealismo, de cuya experiencia se alejó bien pronto pero guardó su vasta imaginería y el libre juego con la frase y los objetos del sueño. Más de veinte libros integran su obra, entre los cuales cabe destacar El martillo sin maestro, Hojas de Hypnos, Los matinales, El desnudo perdido, Furor y misterio. Su poesía, ha dicho Goerge Mounin, uno de sus más calificados estudiosos, existe menos para ser leída que para ser practicada. La belleza de su idioma cubre, en lugar de revelar, el misterio de la vida y deja, como un amanecer detenido para siempre, la imagen del hombre y su esperanza. De allí que la lectura de su poética constituya una constante búsqueda de los secretos que oculta, los enigmas que la oscurecen: al final, la luz se mostrará en nuestra conciencia y viviremos exaltándola. La afirmación de la existencia frente al horror domina esta poesía cuya idea fija es la plenitud, la celebración de la tierra y el infinito.
Uno de sus últimos libros es Aromas cazadores, desconocido ―como la mayor parte de su obra― por los lectores de habla española. La aventura de Orión a la caza de las Pléyades es el tema central; pero, en realidad, la esencia de este libro deslumbrante es la belleza, es decir, la vida como hecho poético, o esa inteligencia con el ángel la principal obsesión de Char.