“de pronto llego la sensación de que estoy en un país extranjero. No reconozco ni entiendo lo que ocurre. Siento un desconcierto que, lentamente, va dando paso a una extraña impotencia. Como si de repente hubiera caído en mitad de un país lejano, cuyas costumbres y formas de relación me resultan incomprensibles. Amaneciste en Indonesia, barrera, ¿Qué tal?”. En este tono de humor y sana ironía conversa con nosotros Alberto Barrera Tyszka en Un país a la semana. A beneficio de inventario, este libro reúne una serie de textos _publicados previamente en la prensa – en lo que el escritor reflexiona sobre lo que han sido estos últimos años venezolanos. Son páginas llenas de ingenio, agudeza e inteligencia que las más de las veces hacen reír al lector con esa risa e que se mezclan vergüenza, un poco de resignación y mucha terapia. Leído en su conjunto, Un país a la semana es una crónica perfecta, el relato de una nación que, como dice Leonardo Padrón en el prólogo, parece destinada a asombrarnos perpetuamente.
“de pronto llego la sensación de que estoy en un país extranjero. No reconozco ni entiendo lo que ocurre. Siento un desconcierto que, lentamente, va dando paso a una extraña impotencia. Como si de repente hubiera caído en mitad de un país lejano, cuyas costumbres y formas de relación me resultan incomprensibles. Amaneciste en Indonesia, barrera, ¿Qué tal?”. En este tono de humor y sana ironía conversa con nosotros Alberto Barrera Tyszka en Un país a la semana. A beneficio de inventario, este libro reúne una serie de textos _publicados previamente en la prensa – en lo que el escritor reflexiona sobre lo que han sido estos últimos años venezolanos. Son páginas llenas de ingenio, agudeza e inteligencia que las más de las veces hacen reír al lector con esa risa e que se mezclan vergüenza, un poco de resignación y mucha terapia. Leído en su conjunto, Un país a la semana es una crónica perfecta, el relato de una nación que, como dice Leonardo Padrón en el prólogo, parece destinada a asombrarnos perpetuamente.