Al vaivén de un mar sosegado o entre el crujir de navíos a merced de una tormenta, en este libro aparecen extraordinarios personajes surgidos de la fantasía y la realidad. Lázaro resucitado esconde un oscuro secreto, Noé sufre en silencio la maldición de su designio y su arca, y Alexander Selkirk, la desdichada silueta de Robinson Crusoe, relata su vida de náufrago mientras se acerca, sin saberlo, al final de su vida. En estas páginas aparecen furtivamente Conrad y Defoe, quienes inspiran sin duda, junto a Stevenson y Twain, esta apasionante saga de aventuras.
«Este libro es un homenaje a la literatura del mar, en cuyas páginas me formé como lector, y más tarde como escritor neófito que intentaba aprender los secretos y rigores del oficio. Muchas de las claves de la vida interior las aprendí al lado de esos protagonistas que veían en el mar un elemento propicio para la aventura. Que sea el momento, entonces, de enunciar ese aprendizaje», escribe Mario Mendoza en la presentación de esta obra.
Al vaivén de un mar sosegado o entre el crujir de navíos a merced de una tormenta, en este libro aparecen extraordinarios personajes surgidos de la fantasía y la realidad. Lázaro resucitado esconde un oscuro secreto, Noé sufre en silencio la maldición de su designio y su arca, y Alexander Selkirk, la desdichada silueta de Robinson Crusoe, relata su vida de náufrago mientras se acerca, sin saberlo, al final de su vida. En estas páginas aparecen furtivamente Conrad y Defoe, quienes inspiran sin duda, junto a Stevenson y Twain, esta apasionante saga de aventuras.
«Este libro es un homenaje a la literatura del mar, en cuyas páginas me formé como lector, y más tarde como escritor neófito que intentaba aprender los secretos y rigores del oficio. Muchas de las claves de la vida interior las aprendí al lado de esos protagonistas que veían en el mar un elemento propicio para la aventura. Que sea el momento, entonces, de enunciar ese aprendizaje», escribe Mario Mendoza en la presentación de esta obra.