Tomando ejemplo de lo que los hermanos Grimm hicieron en Alemania, Alexandr Nikoláievich Afanásiev peinó los pueblos y aldeas rusos para que le contasen los cuentos populares que solo sobrevivían en la memoria de sus habitantes. Relatos fantásticos y misteriosos de brujas y princesas, que durante siglos fueron pasando de padres a hijos, narrados entre los escalofríos de las llamas de la chimenea. Para ilustrarlos, no ha habido nadie mejor que Iván Yákovlevich Bilibin , el gran dibujante que logró fundir el art nouveau con la tradición folclórica de su país. Su línea y sus colores iluminan un universo literario que Luis Alberto de Cuenca ha restaurado minuciosamente, casi artesanalmente, para enriquecer esta edición.
Tomando ejemplo de lo que los hermanos Grimm hicieron en Alemania, Alexandr Nikoláievich Afanásiev peinó los pueblos y aldeas rusos para que le contasen los cuentos populares que solo sobrevivían en la memoria de sus habitantes. Relatos fantásticos y misteriosos de brujas y princesas, que durante siglos fueron pasando de padres a hijos, narrados entre los escalofríos de las llamas de la chimenea. Para ilustrarlos, no ha habido nadie mejor que Iván Yákovlevich Bilibin , el gran dibujante que logró fundir el art nouveau con la tradición folclórica de su país. Su línea y sus colores iluminan un universo literario que Luis Alberto de Cuenca ha restaurado minuciosamente, casi artesanalmente, para enriquecer esta edición.