Como se establece como referente casi a un único autor, es muy fácil caer en el defecto de estereotipar el género de terror, con lo que se minimiza los esfuerzos innovadores y, , las reelaboraciones serias basadas en obras de los autores clásicos como Poe, Shelley, Stoker, Pierce, Lovecraft o Quiroga, por citar solo a unos, que se hace con el fin de encontrar datos claves que permitan acercarse la maestría que ellos lograron.
El terror, u horror, es el miedo irracional instintivo y natural que es detonado por situaciones inesperadas dentro de la cotidianidad, cuando el mecanismo de la supervivencia entra en acción y se actúa impulsando por lo más elemental, y que puede ir desde una parálisis absoluta hasta una carrera irracional causada por una explosión de adrenalina o, también, obliga a encarar a la causa de ese miedo sin importar sus dimensiones y poderío.
Esas son historias que se construyen paso a paso, y sin que el lector se dé cuenta hasta que queda atrapado, y emponzoñado, por la trama que ahora lo va a acompañar día tras día, y que luego mirará sobre su hombro y sospechará hasta del leve movimiento de la tapa de azucarera.
Los relatos de “Aguas tenebrosas” son claramente ominosos, no hay una fórmula sencilla en ellos, porque el lector debe pagar el precio por su atrevimiento al leerlos
Como se establece como referente casi a un único autor, es muy fácil caer en el defecto de estereotipar el género de terror, con lo que se minimiza los esfuerzos innovadores y, , las reelaboraciones serias basadas en obras de los autores clásicos como Poe, Shelley, Stoker, Pierce, Lovecraft o Quiroga, por citar solo a unos, que se hace con el fin de encontrar datos claves que permitan acercarse la maestría que ellos lograron.
El terror, u horror, es el miedo irracional instintivo y natural que es detonado por situaciones inesperadas dentro de la cotidianidad, cuando el mecanismo de la supervivencia entra en acción y se actúa impulsando por lo más elemental, y que puede ir desde una parálisis absoluta hasta una carrera irracional causada por una explosión de adrenalina o, también, obliga a encarar a la causa de ese miedo sin importar sus dimensiones y poderío.
Esas son historias que se construyen paso a paso, y sin que el lector se dé cuenta hasta que queda atrapado, y emponzoñado, por la trama que ahora lo va a acompañar día tras día, y que luego mirará sobre su hombro y sospechará hasta del leve movimiento de la tapa de azucarera.
Los relatos de “Aguas tenebrosas” son claramente ominosos, no hay una fórmula sencilla en ellos, porque el lector debe pagar el precio por su atrevimiento al leerlos