Escribir. Contarle al otro nuestras cuitas. Confesarse. En Los suaves ángulos, de Dulce María González, nos encontramos ante un par de confesiones: la de Teresa, una mujer que relata su ambigua relación con dos hermanos; y la de Norma y Casandra, quienes descubren la pasión que comparten por el jefe de la primera. En estas historias se explora no sólo el amor, ese ansioso hueco en nuestras vidas, sino también la otredad, el desdoblamiento que tenemos ante los extraños, e inesperadamente, la violencia que nos rodea como un fantasma constante. Con una prosa cuidada y en ocasiones fragmentaria, Dulce María González nos entrega de la mano de estas tres mujeres un retrato de la vida cuando ésta e acerca a los increíbles bordes de la felicidad dejando ante el otro, quien los mira, los suaves y también los espinosos ángulos de nuestra vida.
Escribir. Contarle al otro nuestras cuitas. Confesarse. En Los suaves ángulos, de Dulce María González, nos encontramos ante un par de confesiones: la de Teresa, una mujer que relata su ambigua relación con dos hermanos; y la de Norma y Casandra, quienes descubren la pasión que comparten por el jefe de la primera. En estas historias se explora no sólo el amor, ese ansioso hueco en nuestras vidas, sino también la otredad, el desdoblamiento que tenemos ante los extraños, e inesperadamente, la violencia que nos rodea como un fantasma constante. Con una prosa cuidada y en ocasiones fragmentaria, Dulce María González nos entrega de la mano de estas tres mujeres un retrato de la vida cuando ésta e acerca a los increíbles bordes de la felicidad dejando ante el otro, quien los mira, los suaves y también los espinosos ángulos de nuestra vida.