El lugar: es un sótano y es una charca y es un hotel situado en las afueras de Barcelona. Paredes blancas, arbustos y matorrales pardos que arañan la piel y un agua mansa que invita al sosiego y mata al descuido.
El tiempo: son cinco días, pero pesan como siglos, el miedo dilata las horas muertas y destila los días previos a la acción, con cruel sabiduría. Luego, casi de repente, se inicia la cuenta atrás...
La historia: es la vida del hombre al que todos llaman Carlos, un luchador obligado a pactar con el pasado, con aquellos seres vivos y muertos que hicieron de él lo que hoy es: un hombre solo que teje su futuro con desgana y asume el riesgo como si de algo inevitable se tratara.
Para hablarnos de él, Bernardo Atxaga -Premio Nacional de Literatura con Obabakoak- ha roto un silencio largo y fecundo. La espera ha valido la pena.
El lugar: es un sótano y es una charca y es un hotel situado en las afueras de Barcelona. Paredes blancas, arbustos y matorrales pardos que arañan la piel y un agua mansa que invita al sosiego y mata al descuido.
El tiempo: son cinco días, pero pesan como siglos, el miedo dilata las horas muertas y destila los días previos a la acción, con cruel sabiduría. Luego, casi de repente, se inicia la cuenta atrás...
La historia: es la vida del hombre al que todos llaman Carlos, un luchador obligado a pactar con el pasado, con aquellos seres vivos y muertos que hicieron de él lo que hoy es: un hombre solo que teje su futuro con desgana y asume el riesgo como si de algo inevitable se tratara.
Para hablarnos de él, Bernardo Atxaga -Premio Nacional de Literatura con Obabakoak- ha roto un silencio largo y fecundo. La espera ha valido la pena.