Volvemos por el camino del bosque vagamente iluminado por el resplandor de una tajada de luna... El cielo entre las copas de los pinos y las encinas está cuajado de estrellas, el aire huele a espliego, romero y tomillo y no puedo dejar de pensar que ese aroma lo sienten también los niños cuando van por el campo... Y mientras seguimos caminando en silencio me emociono al pensar que mi regalo de cada verano durará más que yo misma y que en la profundidad de su memoria siempre habrá un rincón en el que el encanto de estas vacaciones repetidas año tras año formará un territorio inmarcesible de amor y complicidad. Y en esa memoria yo estaré con ellos aunque entonces no me sea dado disfrutarla porque mi turno ya habrá pasado,mi turno toca ahora, en el presente, no en el futuro.
Volvemos por el camino del bosque vagamente iluminado por el resplandor de una tajada de luna... El cielo entre las copas de los pinos y las encinas está cuajado de estrellas, el aire huele a espliego, romero y tomillo y no puedo dejar de pensar que ese aroma lo sienten también los niños cuando van por el campo... Y mientras seguimos caminando en silencio me emociono al pensar que mi regalo de cada verano durará más que yo misma y que en la profundidad de su memoria siempre habrá un rincón en el que el encanto de estas vacaciones repetidas año tras año formará un territorio inmarcesible de amor y complicidad. Y en esa memoria yo estaré con ellos aunque entonces no me sea dado disfrutarla porque mi turno ya habrá pasado,mi turno toca ahora, en el presente, no en el futuro.