Cierro los ojos al jazmín y al nardo; en densa oscuridad, ciego, dormido, nada perturba el duelo que me abrasa, el vano lamentarse del olvido. Flor alada, el aroma de la noche que a esta soledad tranquilo llega transforma el viento en grave lentitud, en aire suave que a mi cuerpo anega. Escucho sólo el duro palpitar, el latir impetuoso del oído, ante el voraz saberme sobre el lecho un desplome del tiempo, un gemido. “A solas”, Alí Chumacero
Cierro los ojos al jazmín y al nardo; en densa oscuridad, ciego, dormido, nada perturba el duelo que me abrasa, el vano lamentarse del olvido. Flor alada, el aroma de la noche que a esta soledad tranquilo llega transforma el viento en grave lentitud, en aire suave que a mi cuerpo anega. Escucho sólo el duro palpitar, el latir impetuoso del oído, ante el voraz saberme sobre el lecho un desplome del tiempo, un gemido. “A solas”, Alí Chumacero