"Mi abuelo Marcelino era una persona seria que hacía cosas serias que provocaban la risa de toda la familia. Él se reía al vernos reír, pero nunca se le pasó por la cabeza divertirnos. Simplemente, sucedía así. Cuanto más serias sus andanzas, más gracia nos hacían. El día que lo enterramos fue cuando más nos reímos. Su muerte era algo tan serio que se nos saltaban las lágrimas de la risa".
"Mi abuelo Marcelino era una persona seria que hacía cosas serias que provocaban la risa de toda la familia. Él se reía al vernos reír, pero nunca se le pasó por la cabeza divertirnos. Simplemente, sucedía así. Cuanto más serias sus andanzas, más gracia nos hacían. El día que lo enterramos fue cuando más nos reímos. Su muerte era algo tan serio que se nos saltaban las lágrimas de la risa".