Unos minutos después, el felino se cobijó en el fondo de la jaula y el hombre se acercó para no perder detalle. El gato, con el lomo erizado y las pupilas dilatadas, lanzó una serie de bufidos. Luego empezó a agitarse como si fuera presa de escalofríos. Segundos después se derrumbó. Sus patas temblaron una última vez y quedó inmóvil. El hombre consultó el reloj. Pasaban diecisiete minutos de la medianoche.
En Reata ningún animal sobrevive a la medianoche. Un veterinario ha llegado al pueblo, instalándose en el único hotel abierto, y ha comenzado a hacer preguntas.
Unos minutos después, el felino se cobijó en el fondo de la jaula y el hombre se acercó para no perder detalle. El gato, con el lomo erizado y las pupilas dilatadas, lanzó una serie de bufidos. Luego empezó a agitarse como si fuera presa de escalofríos. Segundos después se derrumbó. Sus patas temblaron una última vez y quedó inmóvil. El hombre consultó el reloj. Pasaban diecisiete minutos de la medianoche.
En Reata ningún animal sobrevive a la medianoche. Un veterinario ha llegado al pueblo, instalándose en el único hotel abierto, y ha comenzado a hacer preguntas.