Cada noche, en la habitación de Carlos aparece Imelda, una anciana de pinta amigable pero fantasmal, que parece haber perdido algo en aquella recámara. Estas apariciones a él le quitan el sueño. Hasta que un fin de semana Carlos y su mejor amigo, Fabián, se enterarán de que Imelda no es un espíritu de ultratumba sino el personaje de un libro, uno que no tiene un final feliz.
Cada noche, en la habitación de Carlos aparece Imelda, una anciana de pinta amigable pero fantasmal, que parece haber perdido algo en aquella recámara. Estas apariciones a él le quitan el sueño. Hasta que un fin de semana Carlos y su mejor amigo, Fabián, se enterarán de que Imelda no es un espíritu de ultratumba sino el personaje de un libro, uno que no tiene un final feliz.