Friedrich Schiller es probablemente el menos leído de los grandes maestros alemanes; nunca me cansaré de repetirlo, pues creo que la cultura contemporánea ha pagado algún precio por ello, política, estética y poéticamente.
La presencia efectiva y centrada de la reflexión de Schiller hubiese paliado, cuanto menos, graves incumplimientos, falacias solapadas o interesadas confusiones en distintos órdenes hasta hoy establecidos. No obstante, como bien se sabe, resulta de lo más común toparse con importantísimas valoraciones schillerianas dentro de la mejor tradición del pensamiento moderno, que es el producido en su propia lengua, trátese de Goethe, Hegel, Nietsche, Dilthey, Cassirer, Bloch, Adorno o Marcuse, por hacer un breve muestreo de incuestionables.
Difícil será hallar en la obra de Hegel, para otro autor, el alto lugar y la grandeza de espíritu que se reserva a Schiller en los comienzos de la Estética. En este sentido, resulta manifiesto un desfase, que habrá que quedar para la conjetura del lector.
Friedrich Schiller es probablemente el menos leído de los grandes maestros alemanes; nunca me cansaré de repetirlo, pues creo que la cultura contemporánea ha pagado algún precio por ello, política, estética y poéticamente.
La presencia efectiva y centrada de la reflexión de Schiller hubiese paliado, cuanto menos, graves incumplimientos, falacias solapadas o interesadas confusiones en distintos órdenes hasta hoy establecidos. No obstante, como bien se sabe, resulta de lo más común toparse con importantísimas valoraciones schillerianas dentro de la mejor tradición del pensamiento moderno, que es el producido en su propia lengua, trátese de Goethe, Hegel, Nietsche, Dilthey, Cassirer, Bloch, Adorno o Marcuse, por hacer un breve muestreo de incuestionables.
Difícil será hallar en la obra de Hegel, para otro autor, el alto lugar y la grandeza de espíritu que se reserva a Schiller en los comienzos de la Estética. En este sentido, resulta manifiesto un desfase, que habrá que quedar para la conjetura del lector.