Muchas veces, el mundo se nos vuelve un poco más oscuro y es necesario agarrarse a lo conocido, a la nostalgia de lo que fuimos.
Otras veces, necesitamos el fuego que nos encienda para recordarnos quiénes somos. Y sí, ese fuego suele llevar el nombre de personas y tormentas.
Pero después de las tormentas siempre llega la calma, acompañada de paz, también de la mano de otras personas, pero sobre todo de nosotros mismos, que somos la espuma de ese mar salvaje que acaba siendo calma siempre.
Aunque nos perdamos a nosotros mismos, siempre nos quedará el mar para encontrarnos.
Muchas veces, el mundo se nos vuelve un poco más oscuro y es necesario agarrarse a lo conocido, a la nostalgia de lo que fuimos.
Otras veces, necesitamos el fuego que nos encienda para recordarnos quiénes somos. Y sí, ese fuego suele llevar el nombre de personas y tormentas.
Pero después de las tormentas siempre llega la calma, acompañada de paz, también de la mano de otras personas, pero sobre todo de nosotros mismos, que somos la espuma de ese mar salvaje que acaba siendo calma siempre.
Aunque nos perdamos a nosotros mismos, siempre nos quedará el mar para encontrarnos.