Lucía es una joven de diecisiete años que vuelve a Estados Unidos, donde pasó gran parte de su infancia, y, a petición de sus padres y por medio de una beca, entrará en uno de los institutos privados más prestigiosos del país. Allí hará grandes amigos y enemigos, pero, sobre todo, tendrá que enfrentarse a los dos mafiosos más peligrosos del instituto y la ciudad, Tyler y Matt, quienes además la reclamarán como suya.
Tyler me empotró contra la taquilla, haciéndome daño en la espalda. Ahogué un gemido del dolor y le mantuve la mirada lo mejor que pude.
–Me parece que no lo entiendes Lucía.
No había nadie por el pasillo por si necesitaba chillar, suplicando ayuda. Aun así, dudaba que algún pijo de ese maldito instituto me hubiese echado una mano.
–¡Quítate! –le intenté decir firmemente.
Él se rió y se acercó mucho más a mí.
–Nunca me voy a quitar, jamás.
Matt abrió los ojos y nos miró. Sonrió nuevamente y dijo:
–Tyler tiene razón. Cuanto antes lo entiendas será mejor.
–Pero, ¿entender el qué? –pregunté desesperada–. Solo quiero que me dejéis en paz. Haced como que no existo.
Tyler sonrió de medio lado y me susurró al oído.
–Nunca te vamos a dejar en paz. Eres nuestra.
Lucía es una joven de diecisiete años que vuelve a Estados Unidos, donde pasó gran parte de su infancia, y, a petición de sus padres y por medio de una beca, entrará en uno de los institutos privados más prestigiosos del país. Allí hará grandes amigos y enemigos, pero, sobre todo, tendrá que enfrentarse a los dos mafiosos más peligrosos del instituto y la ciudad, Tyler y Matt, quienes además la reclamarán como suya.
Tyler me empotró contra la taquilla, haciéndome daño en la espalda. Ahogué un gemido del dolor y le mantuve la mirada lo mejor que pude.
–Me parece que no lo entiendes Lucía.
No había nadie por el pasillo por si necesitaba chillar, suplicando ayuda. Aun así, dudaba que algún pijo de ese maldito instituto me hubiese echado una mano.
–¡Quítate! –le intenté decir firmemente.
Él se rió y se acercó mucho más a mí.
–Nunca me voy a quitar, jamás.
Matt abrió los ojos y nos miró. Sonrió nuevamente y dijo:
–Tyler tiene razón. Cuanto antes lo entiendas será mejor.
–Pero, ¿entender el qué? –pregunté desesperada–. Solo quiero que me dejéis en paz. Haced como que no existo.
Tyler sonrió de medio lado y me susurró al oído.
–Nunca te vamos a dejar en paz. Eres nuestra.