Cerca del estanque de Malicorne, frente al gran sauce llorón que se refleja en el agua serena, hay un banco. Hubert Reeves, astrofísico y célebre divulgador científico, lo llama «el banco de ver pasar el tiempo». En él se sienta a menudo para tratar de aprehender el delgado hilo del tiempo que nos trae todo a lo largo de nuestra existencia. Allí es donde a veces se le ocurren algunas preguntas: «Me da la sensación de que forman parte del curso de una larga interrogación sobre este mundo, que me maravilla, me fascina y al mismo tiempo me preocupa. Reflexionar sobre ellas también es tratar de tranquilizarse».
En estas "Meditaciones cósmicas", las más complejas cuestiones científicas se dan la mano de las más hondas inquietudes humanas: la infinitud, el paso del tiempo, el progreso, la religión, la naturaleza, la muerte, y un largo etcétera. Reeves trata sobre todo ello con cercanía, invitando al lector a que, por sí mismo, forje su propia cosmovisión.
Cerca del estanque de Malicorne, frente al gran sauce llorón que se refleja en el agua serena, hay un banco. Hubert Reeves, astrofísico y célebre divulgador científico, lo llama «el banco de ver pasar el tiempo». En él se sienta a menudo para tratar de aprehender el delgado hilo del tiempo que nos trae todo a lo largo de nuestra existencia. Allí es donde a veces se le ocurren algunas preguntas: «Me da la sensación de que forman parte del curso de una larga interrogación sobre este mundo, que me maravilla, me fascina y al mismo tiempo me preocupa. Reflexionar sobre ellas también es tratar de tranquilizarse».
En estas "Meditaciones cósmicas", las más complejas cuestiones científicas se dan la mano de las más hondas inquietudes humanas: la infinitud, el paso del tiempo, el progreso, la religión, la naturaleza, la muerte, y un largo etcétera. Reeves trata sobre todo ello con cercanía, invitando al lector a que, por sí mismo, forje su propia cosmovisión.