Contraportada de Xavier Oquendo Troncoso "La juzgo tan eterna como el agua y el aire." As� dice el bueno de Borges, al referirse a BuenosAires, su ciudad fundada m�ticamente en ese espacio enorme que es su coraz�n sensible.Mientras que Kavafis repite, con feroz constancia, en su poema emblema, que laexperiencia nos vuelve sabios, por lo tanto "entender�s ya qu� significan las Itacas."Toda persona inteligente trata de "fundar" su propia ciudad de acuerdo con la experienciaque tiene en esos "pastos urbanos," como dir�a Serrat. Pero no todos pretenden "cerrar" a suciudad ideal ni limitarla en el m�s puro amor, desde la humildad y la belleza deldesgarramiento, como lo hace el querido y profund�simo poeta Santiago Grijalva, figurapredominante de su generaci�n, sensibilidad tan singular que, en cada uno de suscuadernillos y poemas, altera los sentidos de su sujeto po�tico que siempre est�n expuestos a su lector.El poeta de este libro quiere descubrir el final de un principio de tiempo y espacio con elmejor pretexto que uno puede tener: la poes�a verdadera, la introspectiva, la �nica, que solosale desde un profundo equilibrio entre el amor por las palabras y el dolor por susconceptos.Este libro se corresponde tan correctamente con su poeta, que pareciera que cualquiera delos dos domina al otro en el arte de crear el poderoso ritmo de la belleza.Contraportada de Abel MurciaSantiago Grijalva pareciera haber agarrado de la mano a Konstantinos Kavafis paraemprender un viaje inici�tico desde el inefable ser de la ciudad -la vivida, la que nospertenece, la que nunca nos deja, la que nos justifica aun sin hacerlo, la que nos devuelvepermanentemente nuestro reflejo cambiante y siempre el mismo, el universo inmaterialcompartido con quien amamos, todas las ciudades del camino que encierran aquella �nicaque nos acompa�a-. Un viaje desde la ciudad y sus actores, sus objetos, sus tiempos, con eldeseo y el amor por toda compa��a, hasta esa misma ciudad ya no exterior, sinointeriorizada, elemento connatural ya del viajero.Este poemario es un diario amoroso, el diario �ntimo y corp�reo de ese viaje, un diario quenos lleva a trav�s de los sentimientos y de la memoria y la presencia de esos sentimientoshasta la m�s profunda justificaci�n del propio viaje.Como m�sica, el latir de un coraz�n incansablemente �vido de vida.Como destino y raz�n del existir, el cuerpo de la persona amada.
Contraportada de Xavier Oquendo Troncoso "La juzgo tan eterna como el agua y el aire." As� dice el bueno de Borges, al referirse a BuenosAires, su ciudad fundada m�ticamente en ese espacio enorme que es su coraz�n sensible.Mientras que Kavafis repite, con feroz constancia, en su poema emblema, que laexperiencia nos vuelve sabios, por lo tanto "entender�s ya qu� significan las Itacas."Toda persona inteligente trata de "fundar" su propia ciudad de acuerdo con la experienciaque tiene en esos "pastos urbanos," como dir�a Serrat. Pero no todos pretenden "cerrar" a suciudad ideal ni limitarla en el m�s puro amor, desde la humildad y la belleza deldesgarramiento, como lo hace el querido y profund�simo poeta Santiago Grijalva, figurapredominante de su generaci�n, sensibilidad tan singular que, en cada uno de suscuadernillos y poemas, altera los sentidos de su sujeto po�tico que siempre est�n expuestos a su lector.El poeta de este libro quiere descubrir el final de un principio de tiempo y espacio con elmejor pretexto que uno puede tener: la poes�a verdadera, la introspectiva, la �nica, que solosale desde un profundo equilibrio entre el amor por las palabras y el dolor por susconceptos.Este libro se corresponde tan correctamente con su poeta, que pareciera que cualquiera delos dos domina al otro en el arte de crear el poderoso ritmo de la belleza.Contraportada de Abel MurciaSantiago Grijalva pareciera haber agarrado de la mano a Konstantinos Kavafis paraemprender un viaje inici�tico desde el inefable ser de la ciudad -la vivida, la que nospertenece, la que nunca nos deja, la que nos justifica aun sin hacerlo, la que nos devuelvepermanentemente nuestro reflejo cambiante y siempre el mismo, el universo inmaterialcompartido con quien amamos, todas las ciudades del camino que encierran aquella �nicaque nos acompa�a-. Un viaje desde la ciudad y sus actores, sus objetos, sus tiempos, con eldeseo y el amor por toda compa��a, hasta esa misma ciudad ya no exterior, sinointeriorizada, elemento connatural ya del viajero.Este poemario es un diario amoroso, el diario �ntimo y corp�reo de ese viaje, un diario quenos lleva a trav�s de los sentimientos y de la memoria y la presencia de esos sentimientoshasta la m�s profunda justificaci�n del propio viaje.Como m�sica, el latir de un coraz�n incansablemente �vido de vida.Como destino y raz�n del existir, el cuerpo de la persona amada.