La democracia, esa permanente búsqueda de una sociedad más justa, está en peligro, quizá porque no se supo arraigarla bien. Sus amenazas se multiplican: la crisis de los partidos políticos, de la política misma y sus representantes, la corrupción, la crisis de identidad, la demagogia, la estupidez, la propaganda a través de las redes sociales, la vulgaridad, la falta de fe en cualquier asunto espiritual, o el abandono del estado hacia sus conciudadanos a los que siempre debería proteger y no dejar en manos de los especuladores. Asistimos a un retorno del viejo fascismo y del comunismo más sectario –enmascarados ahora en el nacionalismo y los populismos–; a un abandono en la fe democrática por parte de quienes la tendrían que defender; y a un uso de las nuevas tecnologías –al servicio de la desinformación– que están imponiendo bajo la fuerza un estado paralelo universal controlado por intereses particulares. Todo ello provoca la debilidad de los regímenes democráticos, cada vez más a la deriva. Históricamente no han durado mucho, y nunca ha habido una democracia que no se suicidara.
César Antonio Molina denuncia en este volumen –que reúne textos inéditos junto con otros publicados en El País, El Mundo, ABC Cultural y Revista de Occidente– cómo el espacio vacío creado por el abandono de las humanidades lo están ocupando –entregados a la nueva barbarie– los totalitarismos ideológicos, tecnológicos y económicos. La ignorancia, el conformismo clientelar y, sobre todo, el miedo y la frustración imperantes conllevan la pérdida del espíritu democrático que nació y se desarrolló con fuerza en la confianza ilustrada, en el progreso humano, en la racionalidad, las instituciones o los valores políticos y sociales de convivencia.
La democracia, esa permanente búsqueda de una sociedad más justa, está en peligro, quizá porque no se supo arraigarla bien. Sus amenazas se multiplican: la crisis de los partidos políticos, de la política misma y sus representantes, la corrupción, la crisis de identidad, la demagogia, la estupidez, la propaganda a través de las redes sociales, la vulgaridad, la falta de fe en cualquier asunto espiritual, o el abandono del estado hacia sus conciudadanos a los que siempre debería proteger y no dejar en manos de los especuladores. Asistimos a un retorno del viejo fascismo y del comunismo más sectario –enmascarados ahora en el nacionalismo y los populismos–; a un abandono en la fe democrática por parte de quienes la tendrían que defender; y a un uso de las nuevas tecnologías –al servicio de la desinformación– que están imponiendo bajo la fuerza un estado paralelo universal controlado por intereses particulares. Todo ello provoca la debilidad de los regímenes democráticos, cada vez más a la deriva. Históricamente no han durado mucho, y nunca ha habido una democracia que no se suicidara.
César Antonio Molina denuncia en este volumen –que reúne textos inéditos junto con otros publicados en El País, El Mundo, ABC Cultural y Revista de Occidente– cómo el espacio vacío creado por el abandono de las humanidades lo están ocupando –entregados a la nueva barbarie– los totalitarismos ideológicos, tecnológicos y económicos. La ignorancia, el conformismo clientelar y, sobre todo, el miedo y la frustración imperantes conllevan la pérdida del espíritu democrático que nació y se desarrolló con fuerza en la confianza ilustrada, en el progreso humano, en la racionalidad, las instituciones o los valores políticos y sociales de convivencia.