En fin, estuvimos un rato largo frente al tapial tomando coraje. Julito tenía una gomera, el gordo un cuchillo Tramontina y un muñeco de Mazinger Z. “¿Para qué traés el muñeco ése?”, pregunté. “Porque sí, me lo compró mi tía hoy en la feria”, contestó. “Además, si apretás este botón, lanza los puños, mirá, nos puede servir…”. “¿A ver…? ¡Faaaa! ¿Me lo prestás…?”, dijo Julito. “No”, respondió en seco el gordo, que siempre fue un egoísta.
En fin, estuvimos un rato largo frente al tapial tomando coraje. Julito tenía una gomera, el gordo un cuchillo Tramontina y un muñeco de Mazinger Z. “¿Para qué traés el muñeco ése?”, pregunté. “Porque sí, me lo compró mi tía hoy en la feria”, contestó. “Además, si apretás este botón, lanza los puños, mirá, nos puede servir…”. “¿A ver…? ¡Faaaa! ¿Me lo prestás…?”, dijo Julito. “No”, respondió en seco el gordo, que siempre fue un egoísta.