Los cuentos, como los crímenes, no son fáciles de urdir, por lo menos los buenos, esos donde el autor y el asesino salen indemnes. Osvaldo Reyes, que lleva a sus espaldas muchos crímenes de tinta, se pone manos a la obra para inquietarnos con trece nuevas historias cuya aparente brevedad no debe distraernos: la intriga y la sangre, marca de la casa, están servidos.
Los cuentos de “Trece candidatos para un homicidio”, apelan al lado oscuro del lector convirtiéndolo en testigo, autor y cómplice junto con los protagonistas de estas historias de amor, odio y venganza, prima oscura de la justicia. Aquí todos somos culpables de pensamiento o de palabra.
Esta vuelta al cuento de Osvaldo Reyes es una excelente ocasión para volver sobre la obra de uno de los escritores panameños más solventes del momento. Y no reparen en el número trece: los buenos cuentos no necesitan de la suerte, sino de cómplices y buenos lectores como ustedes.
Los cuentos, como los crímenes, no son fáciles de urdir, por lo menos los buenos, esos donde el autor y el asesino salen indemnes. Osvaldo Reyes, que lleva a sus espaldas muchos crímenes de tinta, se pone manos a la obra para inquietarnos con trece nuevas historias cuya aparente brevedad no debe distraernos: la intriga y la sangre, marca de la casa, están servidos.
Los cuentos de “Trece candidatos para un homicidio”, apelan al lado oscuro del lector convirtiéndolo en testigo, autor y cómplice junto con los protagonistas de estas historias de amor, odio y venganza, prima oscura de la justicia. Aquí todos somos culpables de pensamiento o de palabra.
Esta vuelta al cuento de Osvaldo Reyes es una excelente ocasión para volver sobre la obra de uno de los escritores panameños más solventes del momento. Y no reparen en el número trece: los buenos cuentos no necesitan de la suerte, sino de cómplices y buenos lectores como ustedes.