¡Años caminando para recuperar la memoria del círculo de la vida, la unanimidad en la toma de decisiones, el liderazgo como un compromiso de servir a los demás, el amor incondicional como el mayor de los entendimientos y la dulzura de los niños como la única manera de ejercer la verdad! Esto lo aprendí observándolo, viendo cómo recibía los cuestionamientos de los demás, los conflictos y la envidia. Viendo cómo se relacionaba con su esposa y con sus hijos, viéndolo desde muy cerca, porque me enamoré de una de sus hijas, lo que me permitió verlo en todas las instancias y en todos los roles, pero a la vez, manteniéndome atento como el más duro de los fiscales, hasta lograr convencerme que ese líder que osaba levantar la bandera de la esperanza, frente a todos, sin personalismo, realmente era lo que decía ser: humano.
Conocí su historia, el tamaño de su herida, su desamparo y su fragilidad. Lo vi llorar, reír, caerse y levantarse, casi perderlo todo y casi perderse en todo. Lo vi amenazado bajo una tormenta de oscuridad, vi el costo que esto tuvo para sus hijos y para su esposa. Lo vi sostenerse, reconocerlo, hacerse cargo y repararlo. Lo vi recibir el liderazgo de un camino espiritual, devolver una familia de hermanos maduros, protegidos por la Madre Tierra y el Padre Cielo, y, como si esto fuera poco, lo vi confiar en su gente devolviendo el lugar de liderazgo a su pueblo, para pararse como un hijo más, agradecido de ser un par entre los suyos. Lo vi una y otra vez, quebrándose a sí mismo en pos de su familia, la familia planetaria.
Alejandro Corchs Lerena
Águila del Corazón
Noviembre de 2009.
¡Años caminando para recuperar la memoria del círculo de la vida, la unanimidad en la toma de decisiones, el liderazgo como un compromiso de servir a los demás, el amor incondicional como el mayor de los entendimientos y la dulzura de los niños como la única manera de ejercer la verdad! Esto lo aprendí observándolo, viendo cómo recibía los cuestionamientos de los demás, los conflictos y la envidia. Viendo cómo se relacionaba con su esposa y con sus hijos, viéndolo desde muy cerca, porque me enamoré de una de sus hijas, lo que me permitió verlo en todas las instancias y en todos los roles, pero a la vez, manteniéndome atento como el más duro de los fiscales, hasta lograr convencerme que ese líder que osaba levantar la bandera de la esperanza, frente a todos, sin personalismo, realmente era lo que decía ser: humano.
Conocí su historia, el tamaño de su herida, su desamparo y su fragilidad. Lo vi llorar, reír, caerse y levantarse, casi perderlo todo y casi perderse en todo. Lo vi amenazado bajo una tormenta de oscuridad, vi el costo que esto tuvo para sus hijos y para su esposa. Lo vi sostenerse, reconocerlo, hacerse cargo y repararlo. Lo vi recibir el liderazgo de un camino espiritual, devolver una familia de hermanos maduros, protegidos por la Madre Tierra y el Padre Cielo, y, como si esto fuera poco, lo vi confiar en su gente devolviendo el lugar de liderazgo a su pueblo, para pararse como un hijo más, agradecido de ser un par entre los suyos. Lo vi una y otra vez, quebrándose a sí mismo en pos de su familia, la familia planetaria.
Alejandro Corchs Lerena
Águila del Corazón
Noviembre de 2009.