Jaspe Lescure sin duda posee tres de las más importantes cualidades que suele tener un buen cuentista: logra la difícil imbricación de una trama interesante con la sólida caracterización gradual de sus personajes; sus descripciones, cumulativas, inmensamente gráficas o a veces metafóricas de manera oblicua, resultan no solo impecables sino, además, funcionales; su gusto por el lenguaje, del cual resulta ser un insólito orfebre, se hace más que evidente en la articulación compleja, densa, de su estilo. Y dentro de esta tesitura, oscila entre una visión realista de la vida y sus problemas y un enfoque fantástico con visos absurdistas.
Y lo que trasluce de todo esto, lo que un lector sensible descubre y aprecia en estas historias singulares que el autor ha ido tejiendo, es un profundo sentido de asombro ante las empatías y las convergencias planteadas, pero también frente a situaciones casi nunca previsibles, a menudo insólitas y, sin embargo, perfectamente coherentes en su aparente incongruencia. Así, una suerte de fatalidad, de tristeza intrínseca a los ambientes, muy presente ya en su primer libro -Arcanos mayores-, tiende a permear también no pocos de estos nuevos cuentos, inseparable de su morosa forma de escenificarse: no hay un solo cuento en este nuevo conjunto que no impresione o cautive de alguna memorable manera. La garra del escritor osado, rompedor, está presente en todos.
Jaspe Lescure sin duda posee tres de las más importantes cualidades que suele tener un buen cuentista: logra la difícil imbricación de una trama interesante con la sólida caracterización gradual de sus personajes; sus descripciones, cumulativas, inmensamente gráficas o a veces metafóricas de manera oblicua, resultan no solo impecables sino, además, funcionales; su gusto por el lenguaje, del cual resulta ser un insólito orfebre, se hace más que evidente en la articulación compleja, densa, de su estilo. Y dentro de esta tesitura, oscila entre una visión realista de la vida y sus problemas y un enfoque fantástico con visos absurdistas.
Y lo que trasluce de todo esto, lo que un lector sensible descubre y aprecia en estas historias singulares que el autor ha ido tejiendo, es un profundo sentido de asombro ante las empatías y las convergencias planteadas, pero también frente a situaciones casi nunca previsibles, a menudo insólitas y, sin embargo, perfectamente coherentes en su aparente incongruencia. Así, una suerte de fatalidad, de tristeza intrínseca a los ambientes, muy presente ya en su primer libro -Arcanos mayores-, tiende a permear también no pocos de estos nuevos cuentos, inseparable de su morosa forma de escenificarse: no hay un solo cuento en este nuevo conjunto que no impresione o cautive de alguna memorable manera. La garra del escritor osado, rompedor, está presente en todos.