Glosa de las conversaciones mantenidas, en 1922 en su casa-jardín de Giverny, con el escritor, premio Goncourt, Marc Elder.
Sólo en un museo he podido disfrutar de la frescura de la pintura, de la pintura viva, tal y como la aplicó la mano del pintor: en Madrid, en el Prado. ¡Menudo museo! El más bello de cuantos conozco. En sus salas, rodeado de esos Tiziano, esos Rubens, Velázquez, Tintoretto que parecen haber sido pintados la misma víspera, que desprenden tanta fuerza, tanta luz, tanto color, la emoción me pudo y lloré; lloré sin poder contenerme; no pude evitarlo.
Glosa de las conversaciones mantenidas, en 1922 en su casa-jardín de Giverny, con el escritor, premio Goncourt, Marc Elder.
Sólo en un museo he podido disfrutar de la frescura de la pintura, de la pintura viva, tal y como la aplicó la mano del pintor: en Madrid, en el Prado. ¡Menudo museo! El más bello de cuantos conozco. En sus salas, rodeado de esos Tiziano, esos Rubens, Velázquez, Tintoretto que parecen haber sido pintados la misma víspera, que desprenden tanta fuerza, tanta luz, tanto color, la emoción me pudo y lloré; lloré sin poder contenerme; no pude evitarlo.