Los veinte relatos que componen Extinciones abarcan otros tantos modos de enfrentarse a la literatura. A pesar de esta diversidad en los enfoques y las técnicas narrativas empleadas, el libro responde a la unidad temática que anuncia su título. El autor nos presenta en estos textos una visión inquietante sobre objetos, lugares o relaciones que ya no existen. Hay ciudades inundadas de ceniza, animales salvajes que se mueven libres por un paisaje urbano o intimidades entre seres de distinta naturaleza. Hay también ventanas que protegen o que aíslan, personas que ya no acuden a un café o que desaparecieron de sí mismas, o un padre y un hijo que juegan a la extinción de los fuegos que ellos mismos provocan.
Todos los relatos participan del protagonismo de lo cotidiano en su doble vertiente: absurda y familiar.
Los veinte relatos que componen Extinciones abarcan otros tantos modos de enfrentarse a la literatura. A pesar de esta diversidad en los enfoques y las técnicas narrativas empleadas, el libro responde a la unidad temática que anuncia su título. El autor nos presenta en estos textos una visión inquietante sobre objetos, lugares o relaciones que ya no existen. Hay ciudades inundadas de ceniza, animales salvajes que se mueven libres por un paisaje urbano o intimidades entre seres de distinta naturaleza. Hay también ventanas que protegen o que aíslan, personas que ya no acuden a un café o que desaparecieron de sí mismas, o un padre y un hijo que juegan a la extinción de los fuegos que ellos mismos provocan.
Todos los relatos participan del protagonismo de lo cotidiano en su doble vertiente: absurda y familiar.