“¿Quién dice la gente que soy yo?” “¿Y ustedes, quién dicen que soy?”
El cristianismo no vive sólo de una memoria, sino que celebra y proclama una presencia en la historia. Hablar de Cristo en la realidad latinoamericana, significa enfrentar los desafíos históricos con tanta esperanza, como si en cada aliento y en cada afán se actualizara el acto de la creación de Dios. Significa no perder en ningún momento el sentido de las personas y la sensibilidad de la historia.
La fe en Cristo, manifestándose en amor y esperanza, siempre crea espacio para la conducta comunitaria y solidaria. “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”.
“¿Quién dice la gente que soy yo?” “¿Y ustedes, quién dicen que soy?”
El cristianismo no vive sólo de una memoria, sino que celebra y proclama una presencia en la historia. Hablar de Cristo en la realidad latinoamericana, significa enfrentar los desafíos históricos con tanta esperanza, como si en cada aliento y en cada afán se actualizara el acto de la creación de Dios. Significa no perder en ningún momento el sentido de las personas y la sensibilidad de la historia.
La fe en Cristo, manifestándose en amor y esperanza, siempre crea espacio para la conducta comunitaria y solidaria. “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”.