La entrevista es un arte que consiste en formar equipo. Dos personas conversan, la verdad y la honestidad, el rigor, tejen el diálogo. Acuerdan. Ambos pueden decirse y desdecirse, pero en un acuerdo que no lesiona a ninguno de los dos, ni a la moral periodística ni al lector.
Una entrevista puede ser el retrato de unos devaneos, de las inseguridades del entrevistado o del someter la información a unos propósitos informativos.
Entonces, el tono, la subjetividad del entrevistado, que se expresa en interjecciones, gestos de sorpresa, duda, no son prioritarios porque el entrevistador no va por el alma del entrevistado para ofrecérsela a los rectores. Va por la información y a discutir la actualidad.
Muchos entrevistadores omiten su propia presencia, no hablan ni de su docilidad ni de su temor. Presentan una fotografía retocada de sus dudas e incertidumbres. Si se hiciera el retrato de algunos entrevistadores, muchos no saldrían tan bien parados como aparecen en sus entrevistas. Cuando uno lee sus fabulas, pueden imaginarlos vestidos de domadores, arrinconando al entrevistado deslumbrado por la inteligencia del periodista, cuando en realidad se portan como ratones asustadizos e inseguros. Es la doble moral de algunos periodistas que están seguros de que la noticia son ellos.
Octavio Paz
Language
Spanish; Castilian
Pages
144
Format
Hardcover
Release
February 01, 2015
ISBN 13
9786077536420
La brújula y el laberinto. Encuentros con Octavio Paz (1986-1996)
La entrevista es un arte que consiste en formar equipo. Dos personas conversan, la verdad y la honestidad, el rigor, tejen el diálogo. Acuerdan. Ambos pueden decirse y desdecirse, pero en un acuerdo que no lesiona a ninguno de los dos, ni a la moral periodística ni al lector.
Una entrevista puede ser el retrato de unos devaneos, de las inseguridades del entrevistado o del someter la información a unos propósitos informativos.
Entonces, el tono, la subjetividad del entrevistado, que se expresa en interjecciones, gestos de sorpresa, duda, no son prioritarios porque el entrevistador no va por el alma del entrevistado para ofrecérsela a los rectores. Va por la información y a discutir la actualidad.
Muchos entrevistadores omiten su propia presencia, no hablan ni de su docilidad ni de su temor. Presentan una fotografía retocada de sus dudas e incertidumbres. Si se hiciera el retrato de algunos entrevistadores, muchos no saldrían tan bien parados como aparecen en sus entrevistas. Cuando uno lee sus fabulas, pueden imaginarlos vestidos de domadores, arrinconando al entrevistado deslumbrado por la inteligencia del periodista, cuando en realidad se portan como ratones asustadizos e inseguros. Es la doble moral de algunos periodistas que están seguros de que la noticia son ellos.