La vida es un viaje que se compone de recuerdos. Y un viaje, por más terrible que sea, es capaz de transformarse, al recordarlo, en algo maravilloso. Banana Yoshimoto reconstruye las emociones de la existencia a partir de un aroma, de un sabor, del efecto de unas luces o del rumor de la lluvia y del viento. De su mano viajamos al cosquilleo del primer amor, a las pirámides de Egipto, al Tokio de los años 70, al descubrimiento de la maternidad. En Un viaje llamado vida, La autora repasa personales y evocadores fragmentos que atesora en su memoria, alejados de coordenadas reconocibles. Con sutileza y maestría, sus pensamientos fluyen libres hasta el centro de su mundo literario. Yoshimoto nos invita a adueñarnos «de nuestro propio viaje» y a mantener la fe, porque aquello que queda al final del más difícil de los viajes es el reflejo en nuestra memoria de un único día vivido.
La vida es un viaje que se compone de recuerdos. Y un viaje, por más terrible que sea, es capaz de transformarse, al recordarlo, en algo maravilloso. Banana Yoshimoto reconstruye las emociones de la existencia a partir de un aroma, de un sabor, del efecto de unas luces o del rumor de la lluvia y del viento. De su mano viajamos al cosquilleo del primer amor, a las pirámides de Egipto, al Tokio de los años 70, al descubrimiento de la maternidad. En Un viaje llamado vida, La autora repasa personales y evocadores fragmentos que atesora en su memoria, alejados de coordenadas reconocibles. Con sutileza y maestría, sus pensamientos fluyen libres hasta el centro de su mundo literario. Yoshimoto nos invita a adueñarnos «de nuestro propio viaje» y a mantener la fe, porque aquello que queda al final del más difícil de los viajes es el reflejo en nuestra memoria de un único día vivido.