La palabra paria, derivada del término de origen indio parayer, “el que toca el tambor”, suele describir a excluidos e inferiores, es un término históricamente peyorativo y amplio que puede incluir a los rechazados, marginados o invisibilizados, pero también a los sinvergüenzas, los canallas y los errantes estigmatizados por la humillación, condenados al desprecio y el escarnio.
Durante la lectura y selección de los cuentos entendimos que los parias pueden ser también las mal llamadas minorías, los pueblos originarios, los ancianos, las mujeres y los niños injustamente violentados, los enfermos; las personas cuyos derechos no siempre se respetan. Aprendimos también que el concepto puede dar la vuelta a ideas preconcebidas, constituir una suerte de reivindicación y orgullo. De este modo, los trabajos que presentamos en este número abarcan un universo de personajes y situaciones aún más amplias de las que esperábamos: algunos malignos, sí, pero otros, con una mirada optimista de la que no podemos sustraernos y que nos permiten observar el reverso de la discriminación y la desigualdad.
La palabra paria, derivada del término de origen indio parayer, “el que toca el tambor”, suele describir a excluidos e inferiores, es un término históricamente peyorativo y amplio que puede incluir a los rechazados, marginados o invisibilizados, pero también a los sinvergüenzas, los canallas y los errantes estigmatizados por la humillación, condenados al desprecio y el escarnio.
Durante la lectura y selección de los cuentos entendimos que los parias pueden ser también las mal llamadas minorías, los pueblos originarios, los ancianos, las mujeres y los niños injustamente violentados, los enfermos; las personas cuyos derechos no siempre se respetan. Aprendimos también que el concepto puede dar la vuelta a ideas preconcebidas, constituir una suerte de reivindicación y orgullo. De este modo, los trabajos que presentamos en este número abarcan un universo de personajes y situaciones aún más amplias de las que esperábamos: algunos malignos, sí, pero otros, con una mirada optimista de la que no podemos sustraernos y que nos permiten observar el reverso de la discriminación y la desigualdad.