Te miro cuando duermes a mi lado,
bajo la luz dorada. Zumban los abejorros.
La tarde es perezosa como un oso.
Todo se mueve muy despacio:
tu corazón, la tierra, mi cerebro.
¿Cuánto podrá durar este momento?
A nadie obedecemos, nada puede apartarnos.
¿Pero no es el amor el más voluble
de los tiranos? El amor es un reo a quien,
por perversión, por burla, por hastío,
la plebe nombra rey, permitiéndoselo todo
antes de ejecutarlo.
Un día, nuestro amor será
un suceso que a nadie importe,
el hueco de una cama hecha añicos,
la sombra de dos cuerpos
que nunca volverán a latir juntos,
un zumbido en la mente de un hombre sin memoria.
Te miro cuando duermes a mi lado,
bajo la luz dorada. Zumban los abejorros.
La tarde es perezosa como un oso.
Todo se mueve muy despacio:
tu corazón, la tierra, mi cerebro.
¿Cuánto podrá durar este momento?
A nadie obedecemos, nada puede apartarnos.
¿Pero no es el amor el más voluble
de los tiranos? El amor es un reo a quien,
por perversión, por burla, por hastío,
la plebe nombra rey, permitiéndoselo todo
antes de ejecutarlo.
Un día, nuestro amor será
un suceso que a nadie importe,
el hueco de una cama hecha añicos,
la sombra de dos cuerpos
que nunca volverán a latir juntos,
un zumbido en la mente de un hombre sin memoria.