Cuando algo se está perdiendo en nuestra vida, por lo general decimos: “Se acabó mi última esperanza”, “Me tocará vivir en el fracaso el resto de mi vida por esto que me ha pasado”. Pero quiero objetar a esta forma de pensar y sentir. Yo he visto, en mi propia vida, vasijas estropearse y echarse a perder, pero también he visto a Dios restaurándolas. El profeta Jeremías nos enseña que en las manos de Dios, cosas que se arruinan son cosas que se reparan; es entonces cuando surge el Plan B” de Dios. Ahora bien, ¿cómo es el “Plan B” de Dios, en comparación con el “Plan A” de los seres humanos? Conócelo en este libro.
Cuando algo se está perdiendo en nuestra vida, por lo general decimos: “Se acabó mi última esperanza”, “Me tocará vivir en el fracaso el resto de mi vida por esto que me ha pasado”. Pero quiero objetar a esta forma de pensar y sentir. Yo he visto, en mi propia vida, vasijas estropearse y echarse a perder, pero también he visto a Dios restaurándolas. El profeta Jeremías nos enseña que en las manos de Dios, cosas que se arruinan son cosas que se reparan; es entonces cuando surge el Plan B” de Dios. Ahora bien, ¿cómo es el “Plan B” de Dios, en comparación con el “Plan A” de los seres humanos? Conócelo en este libro.