El 23 de agosto de 1927 Bartolomeo Vanzetti fue asesinado en la cárcel de Charlestown por el cruel e inhumano método de la silla eléctrica. Había pasado más de siete años en la cárcel, acusado de crímenes que no cometió, sólo culpable de ser libertario e italiano en un país crispado por el odio y el terror ante los extranjeros progresistas.
Su ejecución, junto a la de Nicola Sacco, fue un escarnecimiento contra la creciente fuerza del proletariado norteamericano, compuesto en esos años por una inmensa mayoría de inmigrantes que reclamaban mejores condiciones de vida.
Sus dos hermanas, Luigia y Vicenzina, de convicciones profundamente católicas, no compartieron nunca los principios anarquistas que habían inspirado a su hermano. Sin embargo, se decidieron a publicar estas cartas porque en ellas intuyeron la grandeza moral de las mismas: no permanecieron insensibles ante su cálida llamada a la humanidad y la tolerancia.
'No se avergüencen de mí -escribe en otro momento desgarrador-. Vendrá un día en que mi vida se conocerá tal cual es, y entonces todos los que se llamen Vanzetti se sentirán contentos y orgullosos de su apellido.'
El 23 de agosto de 1927 Bartolomeo Vanzetti fue asesinado en la cárcel de Charlestown por el cruel e inhumano método de la silla eléctrica. Había pasado más de siete años en la cárcel, acusado de crímenes que no cometió, sólo culpable de ser libertario e italiano en un país crispado por el odio y el terror ante los extranjeros progresistas.
Su ejecución, junto a la de Nicola Sacco, fue un escarnecimiento contra la creciente fuerza del proletariado norteamericano, compuesto en esos años por una inmensa mayoría de inmigrantes que reclamaban mejores condiciones de vida.
Sus dos hermanas, Luigia y Vicenzina, de convicciones profundamente católicas, no compartieron nunca los principios anarquistas que habían inspirado a su hermano. Sin embargo, se decidieron a publicar estas cartas porque en ellas intuyeron la grandeza moral de las mismas: no permanecieron insensibles ante su cálida llamada a la humanidad y la tolerancia.
'No se avergüencen de mí -escribe en otro momento desgarrador-. Vendrá un día en que mi vida se conocerá tal cual es, y entonces todos los que se llamen Vanzetti se sentirán contentos y orgullosos de su apellido.'