El 10 de febrero de 1519, Pedro de Alvarado y Hernán Cortés zarparon de Cuba con once navíos y un gran contingente de hombres bien armados con arcabuces, cañones, caballos y perros. Salieron de la isla desobedeciendo las órdenes del Gobernador de la Isla Diego Velázquez, a la conquista de un continente desconocido. Partieron sin información militar de a lo que se iban a enfrentar, por lo que era, a todas luces, una aventura prácticamente suicida. Además al desobedecer al gobernador, quemaron cualquier posibilidad de regreso a Cuba. Tanto Alvarado como Cortés, sin nombres de peso político en Hispania, sin títulos nobiliarios ni fortunas que los respaldaran, completamente desconocidos por el rey y la corte, en la edad en la que las barbas se empiezan a pintar con las primeras canas, se sublevaron a su condición pasiva y con ello, al gobierno de Diego Velázquez y a Castilla. Solos, viajaban rumbo a lo desconocido, en el ejercicio pleno de su libertad individual, con su valor, decisión y cultura a cuestas. Algo completamente desconocido en aquella época en la jerárquica y centralista Castilla, tan preocupada por la certeza de su religión, el control político, la supuesta pureza de sangre y por la exclusión de los diferentes. No representaban a España porque esta aun no existía, ni a castilla que estaba en plena guerra civil, ni a su rey porque al sublevarse al gobierno de cuba se sublevaban al de Castilla. Ni a su iglesia porque no tenían ningún contacto institucional con ella, el padre Bartolomé de Olmedo acompañó a la expedición, como ayuda espiritual de los soldados, y no para imponer la religión a los indígenas. Iban a una conquista militar y no representaban a ningún gobierno, estado, rey o iglesia como instituciónes, eran más bien seres excluidos de una Castilla absolutamente jerárquica. Ellos buscaban el oro y la riqueza, para colmar su avaricia y lograr un nombre en su querida Hispania. El ejercicio de su libertad individual los convirtió en seres únicos y universales, a los que todavía no comprendemos cabalmente, porque solos lograron una colosal hazaña, buena para unos y mala para otros, pero indudablemente heroica y que por ser una hazaña personal no cuadra a ningún discurso fundacionalista o nacionalista. No se enfrentaron a México que aún no existía, ni a una nación indígena. Cuando llegaron al continente se encontraron con que, en este vastísimo territorio, convivían en conflicto distintos pueblos, muchos de ellos avasallados en aquel momento por el de Tenochtitlán, que fue el que se derrumbó cuando llegaron. No por ellos, sino que cuando llegaron, el imperio mexica se derrumbó porque políticamente su posición era sumamente endeble. Alvarado y Cortés contribuyeron a esta caída al romper el equilibrio político y militar que prevalecía en la región, estableciendo alianzas, y usando su fuerza militar y su astucia.
Para bien o para mal, la historia de la humanidad, es y ha sido siempre la de las migraciones, las guerras, las conquistas y el saqueo, no hay nación en la tierra que no las haya tenido. Los mismos Mexicas en ese momento eran conquistadores y oprimían a muchos otros pueblos indígenas. Pedro de Alvarado y Hernán Cortés, sin saberlo, representaban al espíritu renacentista español, el de una España naciente que pudo ser pero que no fue. No fueron religiosamente intolerables, sino, no hubieran podido establecer alianzas y convivir con los indígenas durante el tiempo que duró su poder personal en la nueva España. La conquista militar la hicieron seres contradictorios, en una época de guerras bestiales y de transformación tanto en Europa como en América.
Language
Spanish; Castilian
Pages
137
Format
Kindle Edition
Release
July 14, 2023
Pedro de Alvarado: Biografía Breve (Spanish Edition)
El 10 de febrero de 1519, Pedro de Alvarado y Hernán Cortés zarparon de Cuba con once navíos y un gran contingente de hombres bien armados con arcabuces, cañones, caballos y perros. Salieron de la isla desobedeciendo las órdenes del Gobernador de la Isla Diego Velázquez, a la conquista de un continente desconocido. Partieron sin información militar de a lo que se iban a enfrentar, por lo que era, a todas luces, una aventura prácticamente suicida. Además al desobedecer al gobernador, quemaron cualquier posibilidad de regreso a Cuba. Tanto Alvarado como Cortés, sin nombres de peso político en Hispania, sin títulos nobiliarios ni fortunas que los respaldaran, completamente desconocidos por el rey y la corte, en la edad en la que las barbas se empiezan a pintar con las primeras canas, se sublevaron a su condición pasiva y con ello, al gobierno de Diego Velázquez y a Castilla. Solos, viajaban rumbo a lo desconocido, en el ejercicio pleno de su libertad individual, con su valor, decisión y cultura a cuestas. Algo completamente desconocido en aquella época en la jerárquica y centralista Castilla, tan preocupada por la certeza de su religión, el control político, la supuesta pureza de sangre y por la exclusión de los diferentes. No representaban a España porque esta aun no existía, ni a castilla que estaba en plena guerra civil, ni a su rey porque al sublevarse al gobierno de cuba se sublevaban al de Castilla. Ni a su iglesia porque no tenían ningún contacto institucional con ella, el padre Bartolomé de Olmedo acompañó a la expedición, como ayuda espiritual de los soldados, y no para imponer la religión a los indígenas. Iban a una conquista militar y no representaban a ningún gobierno, estado, rey o iglesia como instituciónes, eran más bien seres excluidos de una Castilla absolutamente jerárquica. Ellos buscaban el oro y la riqueza, para colmar su avaricia y lograr un nombre en su querida Hispania. El ejercicio de su libertad individual los convirtió en seres únicos y universales, a los que todavía no comprendemos cabalmente, porque solos lograron una colosal hazaña, buena para unos y mala para otros, pero indudablemente heroica y que por ser una hazaña personal no cuadra a ningún discurso fundacionalista o nacionalista. No se enfrentaron a México que aún no existía, ni a una nación indígena. Cuando llegaron al continente se encontraron con que, en este vastísimo territorio, convivían en conflicto distintos pueblos, muchos de ellos avasallados en aquel momento por el de Tenochtitlán, que fue el que se derrumbó cuando llegaron. No por ellos, sino que cuando llegaron, el imperio mexica se derrumbó porque políticamente su posición era sumamente endeble. Alvarado y Cortés contribuyeron a esta caída al romper el equilibrio político y militar que prevalecía en la región, estableciendo alianzas, y usando su fuerza militar y su astucia.
Para bien o para mal, la historia de la humanidad, es y ha sido siempre la de las migraciones, las guerras, las conquistas y el saqueo, no hay nación en la tierra que no las haya tenido. Los mismos Mexicas en ese momento eran conquistadores y oprimían a muchos otros pueblos indígenas. Pedro de Alvarado y Hernán Cortés, sin saberlo, representaban al espíritu renacentista español, el de una España naciente que pudo ser pero que no fue. No fueron religiosamente intolerables, sino, no hubieran podido establecer alianzas y convivir con los indígenas durante el tiempo que duró su poder personal en la nueva España. La conquista militar la hicieron seres contradictorios, en una época de guerras bestiales y de transformación tanto en Europa como en América.