A pesar de las sombras, Erosionados no es un cuaderno de deseos en blanco y negro.
Es un catálogo de intimidades, como podría ser un hotel o una residencia de estudiantes. Los compartimentos parecen impersonales. Apenas hay luz. La decoración es diáfana. Son lugares -como no lugares- para no quedarse. Lo que hay en cada habitación no tiene nada que ver con el resto. Refugios por horas, días, o meses. Y yo/ un hotel por horas con desayuno incluido. Luego toca limpiar los restos y dejar un “yo jamás estuve aquí” al cerrar. Y se borran abriendo las ventanas todos los olores. Aquí ya no hay sitio para nada.
A pesar de las sombras, Erosionados no es un cuaderno de deseos en blanco y negro.
Es un catálogo de intimidades, como podría ser un hotel o una residencia de estudiantes. Los compartimentos parecen impersonales. Apenas hay luz. La decoración es diáfana. Son lugares -como no lugares- para no quedarse. Lo que hay en cada habitación no tiene nada que ver con el resto. Refugios por horas, días, o meses. Y yo/ un hotel por horas con desayuno incluido. Luego toca limpiar los restos y dejar un “yo jamás estuve aquí” al cerrar. Y se borran abriendo las ventanas todos los olores. Aquí ya no hay sitio para nada.