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El tributo en la economía prehispánica (Arqueología Mexicana, noviembre-diciembre 2013, Volumen XXI, n. 124)

El tributo en la economía prehispánica (Arqueología Mexicana, noviembre-diciembre 2013, Volumen XXI, n. 124)

Alfredo López Austin
5/5 ( ratings)
La complejidad social mesoamericana dependía del flujo de bienes desde la base hasta la cúspide del sistema tributario. Aunque el tributo externo desempeñaba el papel más notable en muchas de las sociedades —tal como se registra en códices como la Matrícula de Tributos y las partes referidas al tributo del Códice Mendoza—, la economía de todos los pueblos y ciudades en la época de la conquista se basaba en el tributo interno.

El tributo interno era el monto en bienes y servicios que pagaban las familias a los líderes locales o jefes de barrio , y por medio de esos líderes, al rey. El tributo externo poseía el mismo patrón jerárquico a mayor escala, pues fluía desde los pueblos subordinados hasta las ciudades localmente dominantes y, en el caso mexica, desde los pueblos dentro del imperio hasta el rey mexica. En esencia, el tributo externo fue creado por las ciudades del imperio expandiéndose sobre el sistema de tributo interno existente de otras ciudades a las que dominaban, voluntaria o involuntariamente, y sumándose ellas mismas como un nuevo y más alto nivel. Interno o externo, el tributo era la forma prehispánica de tasación de la que el Estado y sus elites dirigentes dependían.

Los orígenes de los sistemas de tributo se extienden a milenios atrás, y era prácticamente universal su aplicación en el último periodo prehispánico de Mesoamérica, aunque las prácticas específicas oscilaban ampliamente en cuanto a las mercancías exigidas y el tiempo de entrega. Por ejemplo, Tetzcoco recibía originalmente tributo de sus pueblos subordinados seis veces al año, mientras que los mexicas impusieron un programa de entregas trimestral. La mejor evidencia sobre el sistema tributario que tenemos hoy proviene de los mexicas.



Aunque incompletos, los registros subsistentes revelan sin embargo un beneficio económico considerable para los mexicas, pues enormes montos de tributo entraban a Tenochtitlan. La riqueza de la ciudad se incrementaba por esa afluencia de mercancías tributadas, aunque éstas no eran distribuidas equitativamente entre la sociedad. Más bien, el tributo iba a parar a la nobleza, con alguna cantidad que se destinaba a los templos.



Esta afluencia de las mercancías del tributo traía aparejados, sin embargo, algunos beneficios para la gente común, si bien no tantos como para la nobleza. La riqueza tributaria de fuentes externas pudo haber reducido la exigencia del tributo interno; algunos de los bienes tributarios externos fueron redistribuidos por medio de los jefes de barrio, y es posible que otras mercancías se entregaran a las familias de los guerreros muertos en el campo de batalla.



Como receptor principal, Tenochtitlan se benefició de la afluencia de la riqueza tributaria, en tanto que las consecuencias negativas del sistema recayeron señaladamente sobre los que pagaban tributo. Mediante el tributo las ciudades subordinadas experimentaban una considerable merma en su economía local, y ésta era transferida a la economía receptora.
Language
Spanish
Pages
96
Format
Paperback
Publisher
CONACULTA/INAH
Release
November 01, 2013

El tributo en la economía prehispánica (Arqueología Mexicana, noviembre-diciembre 2013, Volumen XXI, n. 124)

Alfredo López Austin
5/5 ( ratings)
La complejidad social mesoamericana dependía del flujo de bienes desde la base hasta la cúspide del sistema tributario. Aunque el tributo externo desempeñaba el papel más notable en muchas de las sociedades —tal como se registra en códices como la Matrícula de Tributos y las partes referidas al tributo del Códice Mendoza—, la economía de todos los pueblos y ciudades en la época de la conquista se basaba en el tributo interno.

El tributo interno era el monto en bienes y servicios que pagaban las familias a los líderes locales o jefes de barrio , y por medio de esos líderes, al rey. El tributo externo poseía el mismo patrón jerárquico a mayor escala, pues fluía desde los pueblos subordinados hasta las ciudades localmente dominantes y, en el caso mexica, desde los pueblos dentro del imperio hasta el rey mexica. En esencia, el tributo externo fue creado por las ciudades del imperio expandiéndose sobre el sistema de tributo interno existente de otras ciudades a las que dominaban, voluntaria o involuntariamente, y sumándose ellas mismas como un nuevo y más alto nivel. Interno o externo, el tributo era la forma prehispánica de tasación de la que el Estado y sus elites dirigentes dependían.

Los orígenes de los sistemas de tributo se extienden a milenios atrás, y era prácticamente universal su aplicación en el último periodo prehispánico de Mesoamérica, aunque las prácticas específicas oscilaban ampliamente en cuanto a las mercancías exigidas y el tiempo de entrega. Por ejemplo, Tetzcoco recibía originalmente tributo de sus pueblos subordinados seis veces al año, mientras que los mexicas impusieron un programa de entregas trimestral. La mejor evidencia sobre el sistema tributario que tenemos hoy proviene de los mexicas.



Aunque incompletos, los registros subsistentes revelan sin embargo un beneficio económico considerable para los mexicas, pues enormes montos de tributo entraban a Tenochtitlan. La riqueza de la ciudad se incrementaba por esa afluencia de mercancías tributadas, aunque éstas no eran distribuidas equitativamente entre la sociedad. Más bien, el tributo iba a parar a la nobleza, con alguna cantidad que se destinaba a los templos.



Esta afluencia de las mercancías del tributo traía aparejados, sin embargo, algunos beneficios para la gente común, si bien no tantos como para la nobleza. La riqueza tributaria de fuentes externas pudo haber reducido la exigencia del tributo interno; algunos de los bienes tributarios externos fueron redistribuidos por medio de los jefes de barrio, y es posible que otras mercancías se entregaran a las familias de los guerreros muertos en el campo de batalla.



Como receptor principal, Tenochtitlan se benefició de la afluencia de la riqueza tributaria, en tanto que las consecuencias negativas del sistema recayeron señaladamente sobre los que pagaban tributo. Mediante el tributo las ciudades subordinadas experimentaban una considerable merma en su economía local, y ésta era transferida a la economía receptora.
Language
Spanish
Pages
96
Format
Paperback
Publisher
CONACULTA/INAH
Release
November 01, 2013

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