Inspira el libro una actitud desesperanzada, solitaria, nostálgica de la infancia y que se resuelve en una ternura triste, sin promesa de comunicación, pues parte de la abolición de todo mito afectivo -la mujer con la que se comparte labios y muslos resulta tan extraña como el propio yo-. Carlos Zanón muestra afición por los versos largos en los que imágenes de rostros y objetos cotidianos se integran en un discurso a veces irregular pero casi siempre convulsionado por fuertes contrastes entre un mundo soñado y terso y otro áspero e impactante'.
Inspira el libro una actitud desesperanzada, solitaria, nostálgica de la infancia y que se resuelve en una ternura triste, sin promesa de comunicación, pues parte de la abolición de todo mito afectivo -la mujer con la que se comparte labios y muslos resulta tan extraña como el propio yo-. Carlos Zanón muestra afición por los versos largos en los que imágenes de rostros y objetos cotidianos se integran en un discurso a veces irregular pero casi siempre convulsionado por fuertes contrastes entre un mundo soñado y terso y otro áspero e impactante'.